Buscar este blog

viernes, 30 de marzo de 2012

DANIEL ZAMUDIO: PARA QUE NUNCA MÁS EN CHILE


Mario Palma Torres, abogado

Si su hubiera aprobado la ley anti discriminación en los meses anteriores, es probable que Daniel Zamudio hubiera muerto igual.
Porque los delincuentes no leen la ley antes de actuar, sino que desarrollan las conductas según sus deseos, según sus impulsos, según sus distorsionados valores que creen superiores a todas las leyes, muchas veces convencidos de que podrán actuar impunemente.
Por cierto que con los recursos que dará esa ley cuando rija, Daniel Zamudio podría haber denunciado las amenazas, pero la pregunta es si acaso el sistema judicial y el aparato policial habría sido capaz de prestarle la protección necesaria.
Porque el problema no está sólo en las leyes, en el hecho de que se aumente o no la penalidad o se den o no recursos judiciales. El tema de fondo está en las personas y en su compromiso social: las personas deben ser respetadas más allá de todas sus diferencias que, en lugar de negarlas, deben ser reconocidas y valoradas. Por la persona humana es, de cierto modo, una sola con sus derechos esenciales; pero, al mismo tiempo, cada uno de los casi ocho mil millones que habitan el planeta son distintos, únicos e irrepetibles y merecemos consideración, respeto, reconocimiento.
Todos esencialmente iguales y todos esencialmente distintos.
Estuve en la posta la noche en que murió Daniel Zamudio y pude palpar la desazón, la molestia, el desconcierto, el dolor de tantas personas.
El gran llamado no debe ser sólo a aprobar una ley que ya lleva demasiado tiempo discutiéndose, sino sobre todo a cambiar actitudes y a promover el reconocimiento de que nadie debe ser maltratado o discriminado, cualquiera que sea el argumento que se invoque.
Porque nadie es más grande que otro ni tiene derecho alguno por sí y ante sí a resolver sobre la vida o la seguridad de los demás.
Y ésa es la sociedad a la que aspiramos: aquella donde la persona sea tan importante que la vida se organice en torno a ella y no a los intereses de ciertos grupos o personas. Ninguna ideología ni posición tiene derecho a oprimir, someter o perseguir a las personas. Y todos debemos responder por nuestras conductas cuando se atenta en contra de otros.

Versión Papel Digital:



No hay comentarios:

Publicar un comentario